¿El lado positivo? Pues además de que me puedo poner esas botas de agua que tanto me gustan casi a diario, encender el horno es una auténtica gozada. Y desayunar pan o bollería casera calentita no tiene precio. O sí, cuando tenga que renovar mi vestuario por los kilillos depositados en mis caderas ya veremos si tiene precio o no...
Pero a lo que vamos, estos scones con manzana y ese toquecito de especias que me chifla, están siendo mi desayuno estos días. Pensando que voy a desayunar algo así, no da tanta pereza salir de entre las sábanas de franela ¿cierto?