Cuando hace unas semanas leí en la prensa que se temía por la producción de nutella a causa de la escasez de avellanas, algún sensor de "peligro-peligro" debió activarse en mi cerebro, porque desde ese momento, como más nutella que nunca. Casi me da igual cómo y cuándo; a cucharada limpia a media tarde, con pan cuando me despierto después de un turno de noche o sobre una galleta a media mañana. Creo que esto es un claro ejemplo de supervivencia...o eso me digo a mi misma cuando me invade un sentimiento de culpa al ver que me he comido medio bote. Y todo eso se une a que mi cerebro no deja de maquinar recetas con nutella, unas más exóticas, otras más clásicas, pero todas con un denominador común: esta deliciosa crema de cacao y las " casi extinguidas" avellanas.
Y como de todas las crisis siempre se saca algo positivo, de esta sale este bizcocho, del que quizá sea uno de los últimos botes de nutella del mundo (escribo con los ojos llenitos de lágrimas) y de una calabaza que sobrevivió al último Halloween.