En todo este tiempo de parón a nivel bloguero apenas he encendido el horno para preparar algo dulce. Tan solo para alguna pizza o lasaña o cualquier otra preparación salada, lo indispensable para sobrevivir, sin caprichos ya que no encontraba tiempo para ello. Y ya echaba en falta hornear unas buenas galletitas caseras y que la casa (y el edificio al completo) se impregnase de ese aroma a dulce que tanto nos gusta.
Como me da "mucho miedo" quedarme sin chocolate siempre tengo un buen excedente, así que tocaban galletas con este ingrediente. Además, me dan mucho ánimo y un buen subidón para tener las fuerzas que necesito para sentarme a estudiar, o eso me digo a mi misma para no sentirme culpable si me zampo media docena de una sentada...
Tras unos meses de forzoso parón bloguero, he vuelto. Echaba de menos este rinconcito que tantas alegrías me da pero que también me ocupa mucho tiempo. Y ese tiempo lo necesitaba para centrarme en unas temidas oposiciones que tendré próximamente. Y digo centrarme porque no solo es estudiar, es también retomar el hábito de estudio perdido en todos estos años, sacar ganas y motivación de donde sea y organizar tu vida en torno a "divertidísimos" libros y apuntes. Aún sigo hincando los codos casi a diario (hasta que se decidan a sacar fecha de examen) pero el hecho de estar más organizada hace que encuentre mis momentos para hornear y bloguear, lo cual supone un oasis para mi.
Y creo que he vuelto en el momento justo por varias razones. Primero, porque hoy es el tercer aniversario del blog. ¡Tres años! ¡Woooow! si parece que fue ayer... pero a juzgar por los miles de cacharros reposteros que he acumulado en casa, no, no pudo haber sido ayer.
